PAÍS LIBRO

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larry hutton

carne de horca
Eso era evidente ya que a Sam Breuer y su hermano Ellery eran jóvenes y solteros y no existía la menor posibilidad de que fueran abuelos. No lo eran en el presente y, por desco
dos hombres malos
Me llamo Ted Allison. Es un nombre como otro cualquiera, pero tan falso, os lo aseguro, como un billete de tres dólares. Por la cuenta que me tiene, yo mismo he olvidado mi ver
el baile de los traidores
La caravana, compuesta de tres carretas, cargadas hasta los topes de armas y municiones, abandonó Minneapolis a media mañana, en ruta hacia el Oeste. El cargamento, en el que f
el bufón negro
La atmósfera del salón de billares era del todo irrespirable. Como vulgarmente se dice, podía cortarse con un cuchillo. De las cuatro mesas que había en la destartalada estanci
el chivato
Era un joven alto, atlético, enjuto, de tez curtida por el sol y el viento, de claros ojos azules, de pelo levemente rubio, muy liso. Vestía ropas polvorientas, botas mexicanas
el juicio final
Si el desierto hubiera sido un océano, Bacon City podría haberse tomado por una isla. En cierto modo lo era. La ciudad, un pequeño mundo habitado en medio de la inmensa y, soli
el oeste está servido
Smiling no era la ciudad más importante de Texas en 1881, y sin duda alguna, tampoco lo sería en el futuro. En realidad, aquella población, situada entre el río Colorado y el r
el oro de los tontos
Aquella mañana de abril, la cantera estaba en plena actividad, como todos los días. Cerca de un centenar de hombres, condenados a diversas penas de reclusión, combatían jornada
el pistolero errante
Mike Farralon sabía que no podría escapar a la triste suerte que está destinada a la mayoría de los pistoleros. Un día u otro, alguien más rápido que él, sin que pudiera evitar
el rapto de miss liberty
El calor era verdaderamente insoportable. El hombre que estaba sentado frente a la mesa, dando la espalda al ventanal por el que se divisaba la orilla izquierda del Potomac, te
en la boca del lobo
La mayoría de los habitantes de aquel apestoso pueblo se habían congregado alrededor de la horca. El que sus rostros no mostraran una abierta animosidad hacia mí, sino una espe
en las botas del muerto
Era un muchacho muy joven, casi de la misma edad que su carcelero, pero algo más alto y, por supuesto, mucho menos apocado que el infeliz Ted Mitchum, a quién el alcalde Darren
la balada de los bastardos
Bud, aunque era más fuerte y corpulento que Sam Collins, era evidente que llevaba las de perder, ya que su rival esquivaba los golpes con la maestría de un consumado púgil y si
la campana
Los transeúntes se empujaban unos a otros, como si tuvieran una inusitada prisa por llegar al sitio al que se dirigían. Caía una fría llovizna, pero casi nadie llevaba abierto
la furia dormida
—Joven —dijo la majestuosa y arrolladora dama que acababa de irrumpir en la tranquila oficina del sheriff Alan Simmons, representante de la Ley en Sue Lake—, me importa un comi
la herencia maldita
La historia comienza cuando Sir Charles Edwards convoca a tres desconocidos (una camarera, un parado y un apostador) para comunicarles que han recibido una herencia millonaria
la mariposa negra
Decididamente, Paul Lyman no era un tipo con suerte. Cuando la cigüeña, allá por el año 1955, le depositó en el hogar de los Lyman, en una tormentosa noche del mes de agosto, l
la puerta
No era la primera vez que Sidney Scott visitaba el Reino Unido. Ni sería la última, por supuesto, si todo marchaba bien. Pero es que las cosas empezaron a ir mal desde el princ
la risa del ahorcado
El tipo que estaba encima del cadalso, con una soga al cuello y las manos atadas a la espalda, no tenía ningún motivo para reírse, ciertamente. Sabía que cuando se abriera la t
la sirena y la muerte
Cabalgaba descuidadamente, relajado y sintiéndose en paz con todo el mundo, incluso consigo mismo, cosa que no siempre sucedía. De modo instintivo, el caballo seguía los profun
la subasta
El viejo Marley tenía, sin duda, un concepto un tanto extraño de las cosas. A menudo, su peculiar forma de enjuiciar los más nimios acontecimientos nos enzarzaba, por culpa de
los tres magníficos
El tercer personaje que formaba parte del trío no era alto ni bajo, ni gordo ni flaco; lo único que le diferenciaba notablemente de sus compañeros era el color de la tez, amari
pasaporte a la nada
Bolsilibro Galaxia 2000 nº 16.
patrulla de chacales
El período de instrucción fue tan duro como lo habían imaginado. Tal vez algo más. Especialmente para Donald Moore, a quien el cadete instructor atosigaba de tal manera que no
sobraba un muerto
La voz del muchacho, aunque un tanto adormilada todavía, resonó en la oscura trastienda de la funeraria en un extraño tono de alarma y sorpresa. Elmer Fox, el propietario del e
un cierto olor a carroña
Jim se interrumpió, pues acabó por comprender que era del todo inútil hacer más confidencias a su irracional compañero de viaje. Su afán de desahogarse, con todo, era razonable