alex simmons
agujero cósmicoErguido, a pesar de sus cincuenta y cinco años, el profesor salvó con paso ágil la distancia que le separaba de la plataforma. Karl Freideberg llegó a la parte alta de la escal
alerta en la tierraLa amistad entre el novelista Alex Young, especializado en temas de lo que se ha dado en llamar fantasía espacial, y el profesor Warner se había iniciado dos años antes, cuando
batallón de castigoEn la Polonia ocupada por los alemanes, grupos de partisanos intentan subsistir en los campos, entre las aldeas y los pantanos, ayudados por una población civil que sufre el as
camino a la olimpiada—¡Pasa! Tom Kilgore, el entrenador del «Spencerʼs Boys» se destrozó una uña que mordió con verdadera furia. Sus ojos se clavaron en la alta silueta del jugador que se mantenía
casta de sheriffEnrique Sánchez Pascual fue un novelista y guionista de cómic español (1918 - 1996). Usó multitud de seudónimos, como Alan Starr, Alan Comet, W. Sampas, Alex Simmons, Law Space
cazad a los furtivosDetuvo el Land Rover cuando alcanzó el alto del montículo. Todavía no había amanecido. Hacia oriente, allá donde debía estar el puerto de Monbasa, el horizonte empezaba a teñir
comando olvidadoEl sargento Jimmy Templer dio unos pasos, abriéndose camino en la espesa vegetación que habían encontrado nada más dejar la arena amarillenta de la playa donde habían desembarc
el alma de la cobraDesde detrás de la mesa de su despacho, Ravan Utanipah abrió desmesuradamente los ojos. El terror hizo que sus pupilas disminuyesen de diámetro hasta no ser más que dos puntos
el búnker de la adolfplatzEl Obergefreiter Willy Vother se arrastró penosamente por el fondo de lo que había sido, hasta la víspera, una trinchera normal y corriente. Ahora ya no lo era. Obuses de todos
el ídolo que bebe sangreDos vehículos, un gran camión y una furgoneta Ford de anchas ruedas, esperaban, a menos de cien metros del lugar de aparcamiento para aviones en el que el aparato, procedente d
el largo camino de la esperanzaUn hospital alemán para inválidos y mutilados de guerra se encuentra en medio de la nueva ofensiva rusa hacia Prusia Oriental. Los pacientes del hospital, entre los que se encu
el misterioso «big feet»En un pueblo norteamericano, cerca de un espacio natural boscoso, empiezan a dejarse ver unas criaturas de tres metros, cubiertas de pelo rojizo, y que definitivamente no son o
el precio de la victoriaKlaus Alte se acarició el bigote. Era un hombre bajito, pero tenía un soberbio bigote que consultaba con sus dedos cuando se hallaba ante el problema de solucionar algo. No ten
el señor de la estepaEl hombre tiró de las riendas del trineo. La nieve se arremolinaba al impulso del aire reinante. Entre los párpados semicerrados, con las pestañas blanqueadas por la nieve, Mau
el traspaso—¡¡¡¡GOO... OOOOOL!!!! La mano de Enrico Portorelli, presidente del Sottorello, apretó con tanta fuerza el brazo del doctor Vittore, que estaba a su lado, que este lanzó un sor
el último combatePat pasó la toalla por la espalda brillante de Joe, en la que la grasa del masaje ponía notas claras; después, al tiempo que pasaba la primera pierna por el cuadrilátero, levan
el último safariCada vez que pensaba en la caprichosa petición de Penélope, le entraban sudores porque, en realidad, estaba loco por aquella muchacha. Había conocido otras mujeres, pero al tro
el último tanto—¡Antoine! Al llamar a su hijo, el viejo Thomas no se volvió. Toda su atención se concentraba en la pantalla del televisor de la que no separaba los ojos un solo instante. —¡An
el volga se tiñe de rojoA lo lejos, más allá de la curva del Don, una columna de humo, denso y negro, se enroscaba perezosamente, ascendiendo hacia un cielo gris. Aquello era Stalingrado. Así lo pensó
encuentro en la junglaCharles, nadie conocía su apellido, ocupaba una minúscula tienda, con una habitación interior que le servía, además de taller, de alcoba, comedor y sala de estar. La estancia q
golpe a traiciónDesde el lugar que ocupaba, tras la enorme caja registradora, Luen-Su sonrió al ver la silueta del hombre que la estaba esperando al otro lado de las grandes lunas del escapara
huracán de metralla¡Se había quedado ciego! Estaba seguro por completo, sin que ninguna clase de duda llevase a su alma un atisbo de esperanza... ¡Ciego! Y no era el dolor del rostro quemado mome
indulto en la plazaEl toro alzó la cabeza. Una luna redonda como un pandero, rodando sobre la recta línea del horizonte, plantaba la sombra del animal sobre el suelo sedoso de la dehesa. El toro
jívaroPaula deslizó su Volkswagen hacia el centro de la corriente del tráfico. Fue describiendo una diagonal, no sin oír bocinazos de protesta y algunas frases airadas. Pero consigui
juego sucio¿Por qué diablos me pareció ver en los ojos de aquella muchacha un mensaje de muerte? Había ordenado a Flood, mi fotógrafo, que le hiciese unos primeros planos, con su teleobje
kali, el pigmeoKali oyó el doloroso barritar del elefante. El pigmeo se quedó quieto. Estaba solamente a pocos pasos de la choza donde dormían Luma y su viejo padre. A este, Voma, pensaba Kal
la ciudad del tesoroEnrique Sánchez Pascual fue un novelista y guionista de cómic español (1918 - 1996). Usó multitud de seudónimos, como Alan Starr, Alan Comet, W. Sampas, Alex Simmons, Law Space
la cuarta pirámideEnrique Sánchez Pascual fue un novelista y guionista de cómic español (1918 - 1996). Usó multitud de seudónimos, como Alan Starr, Alan Comet, W. Sampas, Alex Simmons, Law Space
los ojos oblícuos de la muerteSe dirigieron hacia el portal, vigilado por dos agentes con uniforme. Otros policías formaban una muralla que detenía a la masa de curiosos. El calor y la curiosidad habían hec
los rehenes morirán al albaSilenciosamente, la lancha rápida se deslizaba por un mar de superficie lisa y brillante. Harold alzó la vista, mirando torvamente la luna de color amarillento, semejante a un
más allá de la frontera de la muerteParecía haber cumplido 80 años. Tenía el cabello completamente blanco, y de no haber leído el manuscrito que mi viejo amigo Winex me había enviado, nunca hubiese creído que el
muerte en el abismo—¿Rumbo? La voz no tardó en sonar, haciendo vibrar la fina película del micrófono. —Seis, siete, tres. —Manténgalo. De un golpe seco, el capitán Lasker cerró los brazos conduct
mundo inhabitadoA bordo del buque Pearl viaja el temido narcotraficante Lester Gardner. Le acompañan una atractiva joven, llamada Martha, y dos de sus esbirros, que no dudarán en abandonar a l
réquiem para un déspotaLas ruedas posteriores del camión resbalaron cuando el pesado vehículo se inclinó peligrosamente al penetrar en la rampa arenosa que conducta al camino. El camión estaba dotado
retiradaEl capitán Hermann Velger y su compañía se dirigen a Stalingrado llenos de optimismo después de que el mismo Hitler en persona se haya dirigido a ellos en un discurso patriótic
soldado con honorLa habitación estaba en la parte más alta del War Office. Era pequeña y contenía solamente una mesa que servía de despacho y dos sillas, ocupadas en aquel momento por dos hombr
sólo se muere una vezHarold Heacht descubre que su empleado de confianza Curley le está robando y le da la opción de denunciarlo y que lo encarcelen o alistarse en el ejército. Este, lleno de renco
te haré besar la lonaHábilmente, Pamela aparcó su Cadillac delante del aeropuerto desde donde se veía más atrás la ciudad de Nueva York envuelta todavía en la neblina matinal. —Faltan unos minutos
una estrella en el pechoA lo largo de la calle principal, Pat Tucker espoleaba con furia un caballo ya cansado. Para los cincuenta y dos años que se balanceaban en sus espaldas, Pat era un hombre ágil
una trinchera cualquieraAl oír los pasos de su hijo, frau Smikger se quedó súbitamente pensativa al tiempo que una profunda emoción se apoderaba de ella. Se preguntó por qué Hans regresaba tan pronto
vientos de derrotaEstaba solo. Sólo como únicamente puede estarlo un soldado. Sólo en la gran noche, abierta como un inmenso abanico estrellado. Sólo consigo mismo, como si su singular situación
vuelo rasanteNo sólo eran los vapores del whisky los culpables de aquel amodorramiento que experimentaba Alexander, Ecky para los amigos, en aquellos momentos. También el ambiente general,
¡en guardia!Respetaba al marqués, pero no podía soportar, como nadie podía, aquel tono de burla constante, aquel desprecio que se palpaba en cada gesto, en cada palabra de Paul Bressiéres.
¡ganador!Pasaron cinco años... Al pie de los Monitor Range se alzaba, como siempre, el rancho de los Kimbell, dedicados por entero a la cría de ganado vacuno, especialmente de vacas des
¡rivales en la delantera!Los jugadores del «Wandenberg F. C», guardaron silencio. Estaban sentados en círculo, en el suelo, alrededor de la banqueta que ocupaba Ulrich Losser, el entrenador. —Hemos luc