jívaro
Paula deslizó su Volkswagen hacia el centro de la corriente del tráfico. Fue describiendo una diagonal, no sin oír bocinazos de protesta y algunas frases airadas. Pero consiguió su propósito. Había sitio, en efecto, ante los «Barkers». Aparcó el vehículo y fue hasta el paso de peatones, esperando con impaciencia el cambio del semáforo. Se mordió los labios.