el misterioso «big feet»
En un pueblo norteamericano, cerca de un espacio natural boscoso, empiezan a dejarse ver unas criaturas de tres metros, cubiertas de pelo rojizo, y que definitivamente no son osos. Obviamente, las autoridades no creen a los testigos (la abuelita y su nieto, la mamá y su bebé)... De hecho, al malvado dueño del parque natural (un pariente del alcalde de "Tiburón", sin duda) no le parece bien que las historias sobre el Bigfeet le espanten a los turistas, así que decide echar a la calle al guardabosques (marido de la mamá y el bebé) y poner en su lugar a un cazador de verdad cuya afición principal es llevarse rubias a la caseta de trabajo para trajinárselas a gusto. A todo esto, el nietecito del que hablábamos se ha hecho fan de los Bigfeet, quiere llevarse uno a casa o, en su defecto, irse a vivir con ellos... y aprovechando una excursión escolar, se fuga para buscar a los gigantes. (Lo que hacen los críos con tal de saltarse las clases...) Por si esto fuera poco (que, a decir verdad, no es mucho, pero tampoco está mal), hay un puñado de osos salvajes (no como los osos Yoggie que tienen en el bosque, que comen de la mano de los turistas) que son los verdaderos responsables de las diversas tropelías que, hasta el momento, se han atribuido al Bigfeet.