cazad a los furtivos
Detuvo el Land Rover cuando alcanzó el alto del montículo. Todavía no había amanecido. Hacia oriente, allá donde debía estar el puerto de Monbasa, el horizonte empezaba a teñirse de malva. Parando el motor, el hombre blanco sacó un paquete de cigarrillos, extrajo uno de la caja y lo encendió.