PAÍS LIBRO

Autores

raf segrram

alacrán
El juez Warner Worthinton paseó una mirada orgullosa sobre los cinco hombres allí reunidos; tosió varias veces, y con voz que pretendía, inútilmente, ser amable, comenzó dicien
billy, el huraño
El rancho «Cruz» valía mucho dinero, mucho. Billy Cooper, siendo ya un hombre, lo había heredado de su padre, como asimismo otras cuantas propiedades de importancia y varios di
como un ladrón
Leo Bynton apuró otro vaso y prosiguió: —Me resistí cuanto pude. Su fama de as del «Colt» influía en mi ánimo. AI fin y al cabo yo era un principiante. Fingí tomarlo a broma, c
de hombre a hombre
—¡Me parece que está dentro Caroline! —exclamó Larry, deteniéndose ante la puerta del rancho. —Pues... ¡maldita la gracia que me hace! —repuso Lawrence, parándose también en se
el agresivo
William Brand se sirvió otro whisky. Cuando iba a llevárselo a los labios, sonó la voz de su hija: —¿Más aún, padre?Acentuáronse las arrugas que poblaban la frente de William.
el aguilucho
Los vaqueros iban regresando de la diaria tarea. Con aire de cansancio desensillaban sus monturas y tomaban luego asiento en cualquier parte, esperando, impacientes, la campana
el aleteo de la muerte
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos
el amo
—No te quepa duda, Peter: las mujeres son unos lindos bichejos de ocultas garras que nos destrozarían si las dejásemos despacharse a gusto. Por eso nuestra habilidad ha de cons
el aprendiz de vaquero
El invierno había hecho ya ligeros conatos de aparición: la Sierra de Ancas comenzaba a perder su tono azulado y a ofrecer manchones parduscos; los salvajes montes Mazatzal mos
el buitre de overton
Cuando Jesse Haywort, terminada la entrevista con su hija, salió de la habitación, parecía llevar la muerte en el alma. La joven quedó inmóvil, fijos los ojos en un punto deter
el caballero del oeste
Al paso lento de sus magníficos caballos, cabalgaban dos elegantes jinetes. Habían transcurrido varias jornadas desde que atravesaron la frontera de Missouri, y cruzaban el Est
el cantor de cedar
Robert Delawey entreabrió los labios en el gesto bobalicón, que le era peculiar cada vez que veía a Fanny, la deliciosa muchacha propietaria de un rancho vecino, de la cual est
el desesperado
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos
el desharrapado
Melwyn Robinson y Randolph Ogden cabalgaban despacio con el fin de que descansaran los animales. No tenían prisa. La hacienda estaba ya relativamente próxima y faltaba rato par
el embaucador
Robert D’Andrea—. Bob, como le llamaban cariñosamente—, exclamó achicando los ojos que se clavaban en la lejanía: —¡Apuesto un dólar a que aquel puntito negro que se mueve es J
el entrometido
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos
el espectro
El “Pony Express”, sistema de correos con jinetes rápidos desde Saint Joseph (Missouri) a Sacramento (California), acogido por la gente como gran novedad digna de admiración, n
el falso vaquero
El tren, renqueando, se detuvo en Getaluma. La parada oficial era de tres minutos, pero los viajeros habituales tenían la seguridad de que les sobraba tiempo para apearse, bebe
el fantasma de la roca negra
Cuando James Taylor divisó los contornos del rancho «Ana María», dio un fuerte tirón a las riendas de su ruano, el cual se encabritó primero y se detuvo después. Una suave bris
el fantasma de un valiente
Parecían hermanos... y eran padre e hija. Chester Greger contaba treinta y cuatro octubres, representando, a lo sumo, veintiocho; Romina acababa de cumplir los dieciséis y nadi
el gran rodeo
—¿Sabéis quién es ése?—¿Ése?… Un tal Harold Eburne, vaquero de «Los Farallones». Lleva muy poco tiempo en la comarca. Me sorprende que le hayan encomendado defender los colores
el pistolero de cabello blanco
El gran rodeo de San Bernardino iba a empezar pronto. Era el más importante en muchas millas a la redonda. Hasta una tribu india solía figurar en el desfile, prestando colorido
el rebelde enmascarado
El coche aguardaba a la puerta. Cerca del mismo, dos ayudantes del sheriff hacían caracolear los caballos, mientras llegaba la hora de partir. Aparecieron Irene y Bette, acompa
el rencoroso
Desde hacía varias jornadas, la diligencia iba dejando en Santa Rosa viajeros de calidad; pero el que se apeó aquella tarde superaba a todos los anteriores. Tratábase nada meno
el rey de los asesinos
Tex Brand, acosado por una bella y orgullosa mujer se ve arrojado fuera de la Ley por el despecho de ésta. El sentimiento de los pobladores de la región y un Delegado del Gobie
el solitario
Cuarenta y ocho horas después, Fern Ribbons volvía a ser persona. Habíanse coloreado sus mejillas, brillaba, aunque tenuemente, su mirada… Se encontraba muy débil, pero ya podí
el terror de los cuatreros
Hasta de distancias superiores a cien millas acudieron personas y animales con motivo del gran rodeo de Found Valley. Ya había terminado el capítulo práctico, origen del aconte
el tigre de arizona
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos
el último trago
ROY BRUCE se detuvo, exclamando: —¡Qué hermosura de mujer! No fue un piropo, sino una explosión irreprimible; una especie de comentario hecho más para sí que para que lo escuch
jugada decisiva
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos
jugándose el corazón
—¡Eh oiga! ¿Qué hace usted con esas maletas? El mejicano se detuvo y contestó obsequioso:—Pos lo que usted diga no más, señorita.Arrepintióse Truddy de su alarmada exclamación.
la banda del «negro»
Sadie paseaba lentamente por las cercanías del rancho «Los Gavilanes», propiedad de Marggery Lodgge, tía lejana y protectora suya, pues a nadie más allegado tenía en el mundo.A
la gata salvaje
—AQUÍ mismo —decidió el sheriff Pat Barrel, mirando un árbol corpulento, de gruesas ramas. —No está mal —admitió Phil Horn—. ¿Qué te parece, Curtis? ¿Resistirá tu peso? La preg
la muerta del valle azul
El caballo de Dave iba al paso y por donde quería, sin que su dueño se preocupara de encaminarlo, siquiera con una breve presión de rodillas, por un lugar determinado.La tarde
la muerte salió de ronda
Ante una tosca mesa que no conoció jamás la pintura, los simpáticos viejos Lawrence Swallow y Timothy Snok, reían, bromeaban discutiendo, y tragando vaso tras vaso de whisky. T
la secuestrada
En poco más de un año, la fama de «El Cachorro» había traspasado las fronteras. Se hablaba de él en toda América; se narraban sus aventuras, exagerándolas y deformándolas a gus
larry el simpático
Las muchachas del saloon aprovechaban todas las oportunidades para deslizarse hasta el local destinado al juego, con el único objeto de estar unos minutos junto a Larry Tedd, e
lluvia de balas
—¡Ha llegado Tommy Kent! —¿No sabes?… ¡Tommy Kent está ya de vuelta! Se lo decían irnos a otros en la calle, en las tabernas, en los comercios… Y los rostros distendíanse expre
los compadres dinamita
Billy Lowe volvió la cabeza con cierta curiosidad, observando la especie de espectro que avanzaba tambaleándose. Lo primero que se le ocurrió fue que la desconocida había empin
los inadaptables
—¡Lo que yo digo no se discute! —¡Lo discuto con usted y con su padre!—¡Le romperé la boca!—¿A qué no?Hablaban a voces, despertando el divertido interés de cuantos había en el
los nueve energúmenos
John British, aun perdiendo momento a momento la esperanza de ablandar el corazón del que le oía, continuó suplicando: —Compréndelo, Nelson; para ti no significa perjuicio algu
más duro que las piedras
Te agradezco que hayas venido a verme, Leonard —dijo Maud, llevándose a los labios la copa de champaña—. De entre tanta gente como a menudo me rodea, eres mi único amigo. ¡Prec
mensaje de plomo
El almacén de Arthur Craig olía mal, muy mal. Separadamente, muchas de las cosas que estaban allí en venta hubieran resultado soportables al olfato; pero juntas con otras que n
muero como un valiente
El hombre, desplegando toda la velocidad posible, cruzó varias calles hasta llegar a su punto de destino, y anunció a diestro y siniestro: —¡Curtis Bey y su pandilla están en S
seis contra uno
Los que no habían podido entrar, deambulaban en grupos por los alrededores del edificio donde celebrábase la vista, comentando animadamente, sin que en ninguno de tales comenta
tres diablos
Andrew Klent, deteniéndose a la puerta del «Maxine-saloon», preguntó a la muchacha: —¿Qué, estás decidida?—¡Naturalmente! —repuso ella, sonriendo— el que no parece estarlo es u
un hombre de mucha talla
La primera planta del hotel Ambos Mundos, era, propiamente dicho, una timba. Además de los huéspedes, acudían diariamente allí casi todos los esclavos del tapete verde que resi
un vaquero levantisco
Las fiestas peculiares del rodeo se desarrollaban en medio de enorme entusiasmo. Contribuían a ello, de manera especial, los sones estridentes de una banda de música, que tocab
una noche accidentada
Rancho «Tonto» no era, ni con mucho, una hacienda interesante. Hallábase a unas veinte millas al Norte de Fuerte Masón, en el Estado de Arizona, y apenas si rendía lo preciso p
¡yo maté a tu padre!
Raf Segrram seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos