el caballero del oeste
Al paso lento de sus magníficos caballos, cabalgaban dos elegantes jinetes. Habían transcurrido varias jornadas desde que atravesaron la frontera de Missouri, y cruzaban el Estado de Kansas sin prisa, como si su viaje no tuviera más objeto que recorrerlo sin plan alguno, dando preferencia a los espacios abiertos. La actividad industrial de las poblaciones importantes les molestaba. Apenas si se detuvieron ni prestaron atención al exceso de vida bulliciosa de ellas; aquel ajetreo de carga y descarga de cereales y carne por su vía fluvial les produjo dolor de cabeza y huyeron con rapidez. En cambio, el campo llano y ligeramente ondulado, el sublime espectáculo de la confluencia de los ríos Kansas y Missouri, las faenas agrícolas del Este y las ganaderas del Oeste, ejercían sobre ellos una especie de poder fascinador.