PAÍS LIBRO

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raf segrram

de hombre a hombre

—¡Me parece que está dentro Caroline! —exclamó Larry, deteniéndose ante la puerta del rancho. —Pues... ¡maldita la gracia que me hace! —repuso Lawrence, parándose también en seco. —¿Y si diésemos un paseo a ver si mientras se cansa y se va? —Has tenido una buena idea. —Todas mis ideas son buenas. Retrocedieron de puntillas, impusieron silencio a un cow-boy que había acudido a hacerse cargo de las cabalgaduras y, volviendo a montar, se alejaron al trote corto de las mismas.