la secuestrada
En poco más de un año, la fama de «El Cachorro» había traspasado las fronteras. Se hablaba de él en toda América; se narraban sus aventuras, exagerándolas y deformándolas a gusto de los narradores; se le tenía por sublime en muchos sitios y por malo en otros; surgieron émulos que no tardaron en fracasar; aparecieron nuevos «Cachorros» que trataron de echar, y lo consiguieron, a veces, sobre el verdadero el peso de sus fechorías.