ronald mortimer
aventura en estambul«Asia a un lado; al otro, Europa, y allá, a su frente, Estambul...». Las conocidas estrofas del poeta español resonaban en la mente de la inglesa Jane Turner mientras, con su h
destino: aushwitzA las seis de la mañana, las calles del París ocupado lucían solitarias y tristes. Sólo el ocasional taconear de las patrullas alemanas rompía el silencio absoluto que parecía
droga duraWilly se tragó la previsible reacción y hasta logró sonreír al teniente. Cuando uno llega a conocerlo, y el muchacho ya lo había hecho, no era mal tipo. Nervioso como un sapo s
el agente secretoEl anuncio del jefe del MI 5, el muy poderoso sir James Gardner-Brown, no sorprendió a ninguno de los presentes. Y menos que a nadie, al propio Cartwell. Era el mejor agente y
el tesoro de hitlerCuenta la historia de Ricardo Ramírez, un español presentado como afamado cazador de Sudamérica, quien tras un encuentro con un médico y amigo suyo este le contará que por medi
el tesoro del titanic—«Gib» belongs to Spain and the Falkland to Argentine! La enfática declaración no despertó ecos entre los adormilados parroquianos de la elegante discoteca. En Tossa de Mar, he
esmeraldas sangrientas—Señor Ellsworth, el doctor Fitzgerald quiere verle en su despacho. —¿El doctor Fitzgerald? ¿A mí? —Sí, a usted. El joven científico se ajustó las gafas sin advertir ni remotam
estaban condenados a morirHabía alemanes por todas partes. Sólo eran las 07.15 horas, pero ya la claridad era total. El teniente Andrew Baxter, Andy para los amigos, parecía una máquina de maldecir. —Es
excursión al infiernoEn el preciso instante en que una nube ocultó la Luna, el prisionero trepó por la escala torpemente confeccionada, y llegó a lo alto del muro, sentándose a horcajadas sobre él,
la visita de la muerteDespués fue la luz. Algo, un brillo, un resplandor hería sus ojos, aun a través de los cerrados párpados. Comenzó a despertar con esa doble sensación de molestia.Y de inmediato
lo primero: matar—¡Me c… en la guerra! —Y yo. Pero con eso no solucionaremos nada. De todos modos, mucho me temo que yo no volveré a pelear. —¿No era eso lo que quenas? —Lo que yo quiero es viv
los demonios de tasmaniaSoñó con un inmenso árbol de Navidad, al que un monstruoso perro, que salía del fondo de los mares, destrozaba a mordiscos. Pero el árbol se reconstruía una y otra vez, para qu
los hijos de satánKnight’s Town puede que fuese, no el lugar más desolado de Irlanda, sino el más desolado del mundo, pero tenía su encanto.
mercenarios en angolaBob alzó los ojos del libro y contempló las cataratas que tenía enfrente. Rhodesia había cambiado mucho desde aquellos lejanos tiempos que Agatha Christie relataba en su libro.
morir es lo de menosEl llevar a pastar las vacas era el trabajo que más gustaba a Bob, ahora rebautizado Hjalmar Knudsen, aunque le siguieran llamando Bob, que también es sobrenombre utilizado en
mujeres mutantesHelen Mackintosh echó una nueva y preocupada mirada al espejo mientras se vestía. El vello, ese nuevo, espeso y preocupante vello, era bien visible en todo el cuerpo. «Mañana s
oro rojoA sus veinticuatro años —«inútiles veinticuatro años», decía su indignado padre—. Julio Gutiérrez era uno de los últimos representantes de lo que un día se llamara la «jeneusse
un fabuloso tesoro—¿De dónde has sacado esa estupidez de que el Caribe es mal lugar para los europeos? —De los muchos que he visto hundirse en la bebida, como te estoy viendo a ti en este moment
una sucia guerraCuong Thai Hoc y Ngo Quang Dinh, son dos vietnamitas. Grandes amigos y compañeros de universidad. Hoc es un muchacho tímido y de origen humilde, a diferencia de Dinh, que tiene
¡¡torpedo!!Un coro de risas acogió la negativa del comandante. Que el viejo y por todos querido cabo Schmidt hiciera preguntas y el comandante se negara a contestarlas era parte de la fie