aventura en estambul
«Asia a un lado; al otro, Europa, y allá, a su frente, Estambul...». Las conocidas estrofas del poeta español resonaban en la mente de la inglesa Jane Turner mientras, con su hermoso cabello rubio bailoteando al compás de una brisa que era casi viento, contemplaba desde la alta cubierta las todavía lejanas luces de la antigua y misteriosa ciudad que un día fue de Constantino. El viento despejaba la niebla que parecía no querer abandonar esas aguas del mar de Marmara que eran su feudo. La noche de agosto era de una tibieza agradable y la luna brillaba solitaria en un cielo sin nubes. «Tiempo para el amor», pensó Jane con una sonrisa, recordando a ese persistente y simpático Tony, que tantas horas pasara con ella desde que el Marmara Denizi, el barco turco en el que viajaban, partiera de Barcelona.