anthony g. murphy
brindis por un muertoLA cerrada niebla prestaba a toda la ciudad como un fantástico mundo de sombras. Apenas si se podían distinguir los objetos a un metro de distancia, y las luces del alumbrado p
caravana hacia la muerteTedd Bronfield, sentado en el pescante de la galera, tendió su mirada por el árido sendero. La vegetación era rala y encasa. Ni un solo árbol rompía la monotonía del paisaje. S
cuatro hacía el infiernoACABABAN de dar las ocho de una mañana fría y gris de finales de otoño. El cielo tenía matices cenicientos y el ambiente estaba cargado de un especial aroma a tierra mojada. Co
el mejor hombre maloEl bravío paisaje, cruzado de cañones y profundos desfiladeros, imponía por su soberbia belleza. Altos y bermejos farallones, rodeados en sus bases por una policroma alfombra d
el precio de un hombreLarry Dawson levantó el vaso y lo miró al trasluz durante unos instantes. Tenía los ojos ribeteados de rojo y los párpados le pesaban terriblemente. Pero esto era algo que no l
hermano contra hermanoEl tren en que viajaba David Gadner entró en agujas en la estación Unión, toda ella de mármol blanco y magníficos grupos escultóricos en la fachada principal. El joven saltó al
llovido del cieloACODADA sobre el alféizar de la ventana, Marilyn Kinley tendió la vista a lo largo de la senda que bajaba hasta su casa. En sus ojos, más que temor, se leía la extraña decisión
nueva york-san franciscoEl europeo que no haya visto llover en Nueva York, difícilmente podrá hacerse una idea, siquiera aproximada, de la furia con que suele hacerlo. Cualquiera diría que las catarat
rancho diabloHay en Oregón un paraje agreste y bravío conocido por Harney Basen, en cuyas doce millas de longitud crecen herbosos campos, se alzan rojos monolitos de piedra viva y se encuen
sin cuartelY yo prometo, señoras y señores, no descansar hasta ver limpia la ciudad de esos indeseables que a favor de una situación como la presente, medran como hongos venenosos y amena
una peligrosa sonrisaEl tren se detuvo unas quinientas yardas antes de llegar a la estación, porque la luz roja indicaba que no se hallaba libre Ja vía. Walter Halloway manifestó: —Descendamos aquí
¡acusado!¡ACUSADO! De una trama vigorosa nace un problema humano con ramificaciones pasionales y turbulentas. Las aventuras se suceden en una cadena desconcertante.