j. dixon
el expediente b-25JOE GALENTO avanzaba con parsimonia por las obscuras callejuelas del barrio portuario. Los faroles de luz amarillenta recortaban su alta silueta hercúlea. De vez en cuando, alg
remitente, los ángelesEl Bowery se encontraba en plena animación. Para aquel barrio turbio de Nueva York, la noche era el momento en que todo el mundo salía a la calle y llenaba los bailes públicos,
selva cruelEl fugitivo se detuvo entre los matorrales, para contemplar el poblado que se alzaba junto al río. Por un momento, sintió un profundo alivio al contemplar los edificios de made
un cadáver en el aguaLa mujer salió del edificio, después de contemplarse, a la luz del portal, en un espejo de mano. La noche se cernía sobre la primavera romana, trayendo en el aire perfume de fl
«rock and roll»Emma contempló con asombro la expresión de aquel hombre. No parecía lógica en una sala de baile donde todo el mundo se estaba divirtiendo de aquel modo. Acodado en el mostrador