un cadáver en el agua
La mujer salió del edificio, después de contemplarse, a la luz del portal, en un espejo de mano. La noche se cernía sobre la primavera romana, trayendo en el aire perfume de flores. La brisa del río se esparcía refrescante por la ciudad. Era agradable salir a pasear. Comenzaba a sentirse el calor, al acercarse el verano. Roma disponía a enfrentarse con la temporada estival, pero recibía con agrado aquella frisca brisa.