remitente, los ángeles
El Bowery se encontraba en plena animación. Para aquel barrio turbio de Nueva York, la noche era el momento en que todo el mundo salía a la calle y llenaba los bailes públicos, los teatruchos de variedades o los centros de boxeo y de lucha libre. Otros paseaban por la calle, entrando y saliendo de los bares, en los que una pianola mecánica animaba a la clientela. Algunos grupos de jovenzuelos de ambos sexos, que no tenían dinero para entrar en ninguna parte, bailaban desesperadamente en plena calzada, dificultando el tráfico callejero.