alfred revetllat fosch
burns, «el humoso»Lo más curioso fue que ninguno de los dos hombres adivinara, cuando menos, presintiese, la proximidad del otro. Y es que, a ambos, les atraía con mucha atención e idéntico rece
captura y regresaEl lema de la División «K» de la Real Policía Montada del Canadá había sido durante muchos años: «Persigue y Captura». Haciendo honor a este lema, la historia de la División «K
dos cruces en una tumbaEste camino de caravanas fue el que, en 1865, recorrieron los ingenieros encargados de trazar el tendido del ferrocarril que debía de unir el Este con el Oeste: El Unión Pacifi
el cazador de hombresSe llamaba J. L. Keyton y era miembro de la Real Policía Montada del Noroeste. Desde su ingreso en ella había pertenecido a la División «M» y durante siete años fué uno de sus
el demonio de río ignoradoAquella vez el «Brazo de la Ley» se había excedido en su proverbial osadía y la mano tendida corría el riesgo de perder uno de sus dedos, tal vez el mejor, uno de aquellos dedo
el retoDesde la víspera, mucho antes de que la luz del sol se extrudiese y Jim Carrigan decidiera acampar en espera del día siguiente, se había dado cuenta él de que se hallaba, poco
el segundo de la listaAllende los ingentes y selváticas Whites Moutains, montañas blancas se encontraban las mesetas de suaves faldas que daban nombre a una vasta llanura salpicada de bosques: la Cu
el sheriff de la colina rojaBajo el cielo azul diáfano, rodeado por altas montañas cubiertas de frondosos bosques de abetos y abedules, Bill Laramier sentíase empequeñecido por el magnífico paisaje, obra
la cobardia de billEl jinete pareció turbarse ante la soledad imponente de la montaña. Cuanto le rodeaba, desde los altos picachos rocosos que durante el invierno se hablan revestido de nieve, a
la extraña muerte de mr. adamsLa extraña muerte de Mr. Adams, de Alfred Revetllat Fosch. Relato corto publicado en el núm. 207 de la Biblioteca Oro Editorial Molino El joven egipcio de tez bronceada y facci
la gran carreraTomaba su vida en la comodidad y delicia que la fortuna de su padre la permitían. Amazona experta, encariñada a los corceles que a centenares se contaban en los corrales del ra
la lista de sangreMacClean dejó que sus tres hijos y sus vaqueros dispusieran todo cuanto había que disponer para que el lugar escogido, un reducido calvero en la linda de la pradera con el inci
los coyotes de la praderaEl sol otoñal marchaba rápidamente hacia su ocaso y sus rojizos rayos teñían las suaves lomas de las colinas. La hierba, mustia por la prolongada sequedad de un verano sin lluv
los diablos de la fronteraDanohoe, a quien sus compañeros de andanzas apodaban «Smiling», o sea «Risueño», en razón a su carácter, consideró agotadas sus posibilidades de salvación cuando, al volver por
los dos billsTres hombres, jinetes en hermosos caballos dos de ellos y montando una fea y huesuda yegua el tercero, vieron desaparecer el sol con la indiferencia propia de quienes han prese
más allá del mackenzieEn aquella desolada e inhóspita región, donde la temperatura media durante siete u ocho meses del año oscila entre los 25 y los 30 grados bajo cero, si raro es ver un pájaro o
oro y sangreEn la parte meridional de Nevada y al sudoeste de la población de Belmont, en cierto paraje de las Montañas Negras, existía un pequeño valle, desapercibido y fragoso, al que co
perlas y sangreEl caso era evidentemente grave; en extremo grave. Sin embargo, no me sentí preocupado por lo que significaba para mi futura — y breve — existencia, según certificaba el doctor