EL silencio era sepulcral. Los combatientes de uno y otro bando contenían el aliento en aquella oscura madrugada de la primavera de 1945. Ni un solo disparo. Parecía como si to
EL profesor Fhiel caminaba lentamente; sus ojos, vivos e inteligentes, reflejaban cierta contenida emoción. Aquella calle, que conservaba las huellas de la guerra, hacía revivi