maurice lenoir
chacales del desiertoEl vaporcito dobló un recodo del río y el capitán que estaba en el puente, dijo, mostrando la pequeña aldea que acababa de aparecer: —Ese es el punto al que deseaban ustedes ir
el barco del terrorMe parece que hemos embarcado al chico en un mal trance, Noé —voceó Laurent al oído del contramaestre, para hacerse entender en medio de los bramidos de la tormenta. Este asint
la última luchaLa hija del infortunado millonario cuando despidió al último de sus invitados, sintió miedo. Miedo porque sabía al fin quién era el terrible Jefe de los Piratas de la Mano Roja
la venganza del pirataEL yate del señor Sourdez se mecía suavemente en el puerto fronterizo de San Diego. De tierra llegaban las alegres notas de una canción típica mejicana. El capitán Moustachier
miedo en los ojosno quiero permanecer más oculto! Y Albert Sourdez acompañó estas palabras con un fuerte puñetazo sobre la mesa. —¿Se enteran ustedes? —añadió, luego de una pausa. Laurent le mi
tras la cautivaEl rostro de Twitch Dieter no convidaba precisamente a la simpatía. Era la suya una cara feísima, que recordaba a un perro dogo. Saludó al señor Sourdez, dándose un toquecito c