johnny garland
allá en el año 3000Era allí. «Love Incorporated». Las letras doradas centelleaban sobre un fondo luminescente de corazones parpadeantes. Un rótulo señalaba que una hora más tarde se cerraría el e
arenas rojasOtro de los pseudónimos de Juan Gallardo Muñoz (Barcelona, 28 de octubre de 1929 - Barcelona, 5 de febrero de 2013)1 fue un escritor español. Uno de sus pseudónimos más conocid
asesino del tiempoLos crímenes espaciales, los casos espectaculares y los enigmas que él podía resolver, distaban mucho de encontrarse fácilmente. Y aún en el supuesto de encontrarlo, Carlos Bon
cadáver en el espacioHabían recorrido cosa de diez mil millas a través del negro vacío tachonado de astros. Siempre en regreso hacia la Tierra, terminada oficialmente la tarea. Mientras Keith Nelso
capitán átomoEn realidad, no era el personaje a quién yo había ido a entrevistar aquel día. Ni siquiera sabía mucho sobre su existencia, cuando mi aerocar avanzaba vertiginosamente, por una
centuria 30Presidente, ha sido un placer conocerle. Eran palabras históricas, palabras emitidas por el gobernador general de las Colonias Planetarias, en su visita oficial al presidente d
cita en el mañanaDolph no tuvo otro remedio que asentir. La Meteorología le tenía prácticamente sin cuidado. Pero precisamente en aquel instante resultaba molesto que la predicción mencionada p
con la muerte en órbitaLos nudillos golpearon en la puerta de plástico blanco. Una luz roja se encendió sobre la puerta. Se percibió un zumbido. Luego, la puerta se abrió. Su célula fotoeléctrica hab
cráneo de plataDONALD CALLOWAN respiró profundamente y apartó de sí los informes cablegrafiados desde diversos puntos de la Tierra. También de Ciudad Marte, de Base Venus-Dos, de Luna-Término
el amo del tiempoEl marciano emergió del plato volador al abrirse la escotilla circular con un chirrido alucinante. Su piel era de un tono extraño. Azulada y escamosa. El rostro recordaba una m
él detendrá el mundoOtro de los pseudónimos de Juan Gallardo Muñoz (Barcelona, 28 de octubre de 1929 - Barcelona, 5 de febrero de 2013)1 fue un escritor español. Uno de sus pseudónimos más conocid
el espejo de la tierraAsí empezó.Pero yo no lo sabía. Nadie lo sabía.Fue un principio ridículamente vulgar. En cierto modo, claro. Porque, en realidad, de vulgar solamente tuvo lo que es cotidiano e
el fin de la sipYo no podía saberlo. En realidad, ninguno lo supimos... hasta que fue demasiado tarde. Entonces, cuando mis colaboradores y yo tuvimos conciencia de lo que estaba sucediendo...
el hombre que nació mañanaNo es agradable perderse la velada navideña por el simple capricho de los superiores, que le designan a uno para ocupar la vacante de otro, en la vigilancia callejera de un det
el horror verdeDescendió del vehículo, cruzando las cercas, y avanzando por los jardines de riego e iluminación artificial automática, alcanzó el edificio de modernísima estructura, grandes c
el planeta negroLa profesión del honorable Ludwig Scholtz era muy peculiar. Y muy seria. Ludwig Scholtz, nacido en Austria y nacionalizado alemán posteriormente, la tenía en gran estima. Era u
el signo de la momiaDONALD CALLOWAN suspiró. Luego procedió a su segunda rutina del día. Extrajo un largo, aromático, excelente habano. Mordió su punta. Luego, lo encendió con parsimonia. Para él,
el supercerebroAlan Dawson contempló el lugar desde el pie de la colina. No era demasiado bello, pero tampoco todo lo feo y tenebroso que él hubiera esperado. Acaso en esto se dejó influir co
extraños entre nosotrosLa puerta del parador se abrió. El conductor cruzó la sala, acomodándose con indolencia en el alto taburete del mostrador.—Un café y un plato caliente, pequeña —pidió a la jove
fantasmas en alfa-seisPero ahora ya estaba hecho. Era uno más. Un nuevo mundo del Cinturón-Conquest.Cinturón-Conquest había parecido siempre un proyecto de locos, una obra que sólo podía existir en
hermandad negra¿La última voluntad, Quarrell? —Un cigarrillo. —¿Nada más? —Nada más, gracias —una cínica, dura sonrisa, afloró a los labios de Earl Quarrell—. Un cigarrillo y la vida es todo
invasores de la tierraNo sé si Juan Gallardo había leído «Los ladrones de cuerpos» de Jack Finney cuando escribió esta novelita, pero desde luego lo parece. Eso sin contar el final de la novela, un
jim, de júpiterEl silencio de la noche se interrumpió bruscamente. Fueron pasos rápidos, huecos, precipitados, por las desiertas y silenciosas calles de Centrópolis. Unas botas taconearon sob
klag, el fabulosoOtro de los pseudónimos de Juan Gallardo Muñoz (Barcelona, 28 de octubre de 1929 - Barcelona, 5 de febrero de 2013)1 fue un escritor español. Uno de sus pseudónimos más conocid
la fórmula del apocalipsisKnud Schnoffels extrajo el largo, afilado cuchillo. La hoja de acero, azulada y fría, salió de la carne humana con un chirrido ácido. Borboteó la sangre en el hondo tajo de la
la lotería del espacioPero Lucky Lyndon no lo sabía. No podía saberlo... Siempre había sido un hombre sin fortuna. Parecía una herencia. Quizás en realidad lo era. Había heredado la amargura, el dol
la noche de la medusa(Federal Bureau of Investigation) — N. D. D. (National Defense División) — F. D.-S. A. — Foreign Departament-Special Affaires.)Nombre: Milton Mann.Nombre-clave: Super-Agente Fe
la noche de los polimorfos«La noche de los polimorfos» se abre con un aviso de la invasión que va a sufrir la Tierra en una sola noche, y comienza con un diálogo, entre un humano que está pescando en el
la peste doradaErnie Kraff recogió sus redes. Siempre pescaba en aquel punto de la costa, frente a la fábrica de nitratos extraídos del mar. Un lugar apacible, tranquilo, soleado y luminoso c
la plaga azulDONALD Callowan afirmó despacio con la cabeza. Si, McLeod—dijo suavemente —. Tiene usted perfecto derecho a lo que solicita. Esperaba su demanda. Y la temía, a la vez. —¿Por qu
la puerta de las estrellasSe abotonó lentamente su camisa color gris plomo. Miró al hombre que, sentado ante él, anotaba algo en una ficha de cartulina azul. —¿Y bien, doctor?… El doctor Cavanaugh le es
la torre de la galaxiaEn todas las pantallas estereoscópicas y multicolores de la televisión mundial apareció la faz del famoso Cameron Wakell, en primerísimo plano. Era el más popular personaje de
las pirámides de saturnoLo he logrado, —dijo sencillamente Zoxor.Lota lo miró estupefacta.—No. No es posible, padre —habló ella con voz trémula.—Sí, Lota. Es una realidad, lo tengo.Ella tembló. Dudó t
los astros tienen miedoNos hemos perdido. Se miraron. Era Ralph Wallach quien había hecho la declaración rotunda, concreta. Y lo malo es que nadie dudó de ella. La aceptaron con su simple, plena y es
los autómatasLe habían dicho que era la más hermosa del mundo. Y no le mintieron. Tampoco exageraron. Rick Calder había viajado mucho. Pero entre todas las bellezas vistas a lo largo de una
museo del espacioEl hombre se detuvo ante la vidriera de la oficina. Sobre el cristal esmerilado había letras doradas, vulgares. Un rótulo también vulgar: «Daniel Kent. Investigaciones privadas
robotEl Canal 19 de la Televisión Intercontinental dio la noticia.Yo, hasta entonces, no había sabido nada. No había esperado nada. No había temido nada. No había sospechado nada.Pe
satélite artificialLos tres hombres inclinados sobre la pantalla se miraron entre sí, tensos y anhelantes; Habían estado esperando aquello durante horas. Ya casi desesperaban del éxito. Un éxito
siete… y la eternidadCualquiera pudo haber presionado la palanca. El error fue suyo, ciertamente. Pero la realidad es que los errores venían ya de muy lejos. Otros muchos, más importantes y respons
simbad viajó a las estrellas—Estas vacaciones, las pasaremos en Oriente Medio, querido...Así empezó todo. Pero yo no lo sabía. No podía saberlo. Y si alguien me hubiera contado lo que iba a suceder, le hu
todos fueron héroesLos alicates cortaron el alambre trenzado, entrelazado tupidamente. Un chasquido segó uno de los alambres. Luego, hubo tres chasquidos más. Tres nuevos cabos metálicos colgaron
tráfico siniestroPara muchos de los que le rodeaban, aquel viaje significaba algo memorable. A pesar de que llegar a la Luna hacía muchos años que había dejado de constituir ningún prodigio, lo
un día despuésAquel fin de semana lluvioso...Es lo primero que recordé.Tiene gracia, pero eso fue lo primero. No se me ocurrió otra cosa. Me vino a la mente con una rapidez pasmosa, como un
¡muerte fosforescente!Pero eso ya lo sabía él. No desesperaba por ello, simplemente, sentíase algo preocupado, mientras aferraba la culata alargada y cilíndrica de su roja pistola de «cápsulas de di
¡nunca volveréis!Se apagó en las pantallas de todos los telereceptores tridimensionales la efigie popular, joven y atlética de Alan Korvin, después de su habitual sonrisa de despedida, y de sus
¡pánico!El análisis clínico de la mente de Rand Hallman cuando fue aceptado como miembro del Servicio Especial de Vigilancia Aérea, es totalmente favorable —informó el doctor Murdock,
¡plaga!Al terminar su emisión habitual, Herb Miller cerró el micrófono. Las noticias sobre el tornado «Kate» eran ya más alarmantes. En las siguientes veinticuatro horas, según el obs
¡sip contra la ley!La luz de la lámpara de rayos infrarrojos no podía ser visible para nadie. Por eso, cuando cayó su haz sobre la cerradura magnética del Pabellón D, en el Centro de Investigacio
¡soy de otro planeta!Un científico de Albor («Saturno» para los terrícolas) decide abandonar su planeta (y a su novia) por medio de un teletransportador de su invención. El motivo es que Albor se e
¡sucederá mañana!STEPHEN FOLDER no tenía ninguna confianza en aquello. Había sido una tontería hacer caso a un tipo como Christian Holbrook. Siempre estaba lleno de ideas raras y de extrañas co
¡viaje al sol!Nadie supo cómo empezó. Pero allí estaba. Era un riesgo espantoso, que amenazaba por igual a todos los hombres, pueblos y razas… Aún estaba demasiado cercano el recuerdo de la
«los visitantes»Le gustaba la arqueología por lo que puede tener de interesante para el profano. Tratar de ver en ello, en los rotos fragmentos de obras antiguas, un reflejo, un rastro de la v
«zero»Daniel Mason sentía repugnancia por matar. Sin embargo, iba a aniquilar ahora tres vidas humanas. Así, fría y despiadadamente. Siempre pensó que la vida de todo hombre era algo
¿dimensión? ¡cero!El esquiador llegó sin novedad al final. Hubo aplausos entre los espectadores, sentados en la galería alta de la residencia, frente por frente a la ladera blanca. —¡Bravo, brav
¿soy hombre… o robot?He cumplido recientemente los veintiocho años. Soy, pues un hombre joven. También soy fuerte, atlético. He participado en la Olimpíada de 1996, e incluso obtuve una medalla de