PAÍS LIBRO

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jack grey

chantaje trágico
Oyó un leve roce de sedas a sus espaldas y se volvió rápido. Una mujer huía. No la reconoció, porque la niebla espesábase de minuto en minuto. Sintió frío en los huesos y la ga
el encapuchado gris
Walter Doyaux había adquirido fama de brusco, soberbio y dominador. A pesar de eso, y aunque llevaba relativamente poco tiempo en Bruselas, hubiera podido contar con grandes re
el f. b. i. en la cárcel
A partir del día de su regreso todo cambió: salidas misteriosas, ausencias largas, aficiones no conocidas nunca en ellos… En su fuero interno culpaba a Batterby de la transform
el fantasma asesino
Lionel Blake dio una orden al «abadís» que conducía el carricoche, y éste se detuvo. Echó pie a tierra, pagó espléndidamente, obteniendo con ello reverencias y bendiciones, y q
el hotel de los crímenes
Soplan vientos de guerra en Europa, y la desconfianza entre las grandes potencias provoca el auge del espionaje internacional. El joven y famoso pintor inglés John Kennedy se e
el monstruo
Tharenton se subió el cuello del gabán y se echó hacia adelante el ala del sombrero. Se trataba de un hombre relativamente joven, cetrino, de cabellos negros y ojos diminutos,
el soplo de la muerte
Mabel, llevando en los labios una sempiterna sonrisa triste que aumentaba su atractivo, atendía a unos y a otros, mostrándose siempre amable e inspirando, sin embargo, inexplic
entre tinieblas
SERVIDOS por el silencioso mayordomo James, Donald Bretty y su hijo Alan cenaban en el espacioso comedor de su residencia de la calle Ocho, esquina a la Quinta Avenida. Hablaba
guerra en la jungla
Le admiraban todos en la academia, pero tal admiración, lejos de exteriorizarse noblemente, se traducía en secreta envidia, en odio reconcentrado por parte de los más.¡Aquello
la hiena blanca
El telón del «Metropolitan» cayó al fin definitivamente aquella noche, luego de haberse levantado infinidad de veces en honor de Miroslava, la gran contralto checoslovaca que h
la maraña sangrienta
Salieron a la pista del club nocturno en que se encontraban, no tardando en llamar la atención. Ella, aunque en el otoño de su vida ya, era una espléndida mujer; Barry, además
rechazados por la muerte
Insensible al cansancio, René Busigny llevaba bastantes horas midiendo con elásticos pasos las reducidas dimensiones de aquella celda en la que estaba transcurriendo su última
seis cadáveres
JACK GREY seudónimo del escritor Rafael Segovia Ramos La voz de Richard Lawrence nació suave, casi sin fuerza, pero cargada de seguridad, con el acento propio de quien está con
una pista difícil
Gordon Allen dejó su coche en las inmediaciones de Queensborobridge, lanzó en derredor una mirada recelosa y avanzó a pie hacia una casita de dos plantas, rodeada de pequeño ja
¡contraespías!
SE esperaba de un momento a otro la orden de ataque. Los tres amigos, como siempre que podían, encontrábanse juntos. Sus semblantes reflejaban algo de los respectivos temperame