¡contraespías!
SE esperaba de un momento a otro la orden de ataque. Los tres amigos, como siempre que podían, encontrábanse juntos. Sus semblantes reflejaban algo de los respectivos temperamentos: Glenn Sutter sonreía, simpático; el gigantón Gary Walker fruncía el entrecejo y apretaba los puños con los cuales gustaba de dirimir las cuestiones; George Harriman se mostraba hermético, tristón. Los «Ge, Ge, Ge» llamaban humorísticamente desde niños a aquellos camaradas inseparables, debido a que sus nombres empezaban con la misma mayúscula. Quizá fue la ley de los contrastes la que tanto les acercó, pues no cabía una mayor disparidad psicológica que la que mantenían entre sí. Y, no obstante, se querían como si fueran hermanos. Más que si fueran hermanos.