PAÍS LIBRO

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vic peterson

rapsodia de crímenes

En la amplia rotonda del «Ramanoff», los camareros de frac blanco, tenían hartura de ver mujeres bonitas, que acudían de los barrios de Beverly Hills, Santa Mónica, Hollywood y Culver. Y no se asombraban de nada, porque la ciudad de Los Angeles ha sabido dar a los americanos, la sensación de ser el refugio donde las mayores excentricidades tienen un fondo artístico y razonable.Pero el camarero que atendía las mesas pares, junto al parterre donde los rosales se arqueaban destacando sobre el verde césped, estaba intrigado.