PAÍS LIBRO

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vic peterson

el caso del verdugo chino

Mark Sylvester empujó la puerta, y penetró en el recinto insonorizado que aislaba confortablemente a Lee Vanberg, el propietario del semanario «Cuatro Horizontes». Lee Vanberg solo citaba a sus principales colaboradores en casos excepcionales, en los que hacía gala de un afable sarcasmo. Tendió blandamente su diestra a Sylvester, empujó hacia él la caja de diversos compartimentos con varias marcas de cigarrillos, y, apenas se hubo sentado el visitante, Lee Vanberg preguntó, fingiendo ansiedad: —¿Se encuentra usted perfectamente bien? —Todo lo bien que puede esperarse en un ciudadano de Frisco.