pasaporte al infierno
El grueso capataz tomó su carpeta de notas y salió al exterior, descendiendo rápido unos cuantos escalones. Se cruzó con algunos operarios que se dirigían a sus lugares de trabajo, y sorteando maderas, pilas de sacos de cemento y materiales de todas clases, se acercó al otro extremo del inmenso esqueleto que estaba llamado a ser el estadio de la Universidad de Austin, pero que ahora sólo parecía un gran bloque de apeos de maderas, y extraños encofrados gigantescos.