cuarto round
Como de costumbre, a las once en punto de aquella soleada mañana de noviembre, la alegre campana del Cambrai College, de Melbourne, sonó repetidamente señalando la hora del recreo. Al oír el apresurado tañido, Sydney Kid recogió rápidamente del suelo las extendidas cartas de una manoseada baraja, alrededor de la cual, sentados unos, y otros en cuclillas, se agrupaban unos cuantos jovenzuelos, como él desarrapados, y guardándola en uno de los bolsillos de su mugrienta chaqueta, al tiempo que se incorporaba hizo un expresivo gesto a su camarada Brown...