PAÍS LIBRO

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steven norton

cierre a blancas

El expreso procedente de Nueva Delhi fue aminorando la marcha hasta quedar detenido a la entrada del puente de hierro que se tiende de una a otra orilla del sagrado Ganges. El disco de señales, con su parpadeante pupila roja, le cerraba el paso. Alexander Irwing, contrariado por aquella inesperada detención, consultó su reloj de pulsera. Marcaba, exactamente, las nueve en punto. Había anochecido por completo, y a través del cristal de la ventanilla brillaban, lejanas, las luces de la ciudad situada al otro lado del río.