la galaxia del adiós
El desierto parecía muerto. Al atardecer, cuando la bola depredadora del sol desaparece tras las montañas de arenisca y la tierra reseca se agrieta una y otra vez, el desierto tiene el aspecto de un cuadro inmovilizado por la mano de un pintor desganado y somnoliento. Sin embargo, las criaturas del desierto continúan vivas en ese horno infernal y polvoriento que cada noche se transforma en un páramo helado para volver a hervir a la mañana siguiente.