guerreros del futuro
Cualquiera diría que aquella gasolinera pertenecía a otra década y tendría razón. El letrero de neón indicaba que además de expender el preciado licor tecnológico también ofrecía comidas caseras y licor de avena. El edificio del restaurante estaba ubicado a unos doscientos metros de la carretera comarcal y el polvo del desierto batía las ventanas y se colaba por los intersticios como un espía de imposible exterminio. El local, a pesar del aspecto general de las instalaciones, estaba atestado.