filibusteros del espacio
El espacio. Siempre el espacio. Una infinita oquedad oscura y fascinante. Un mago grandioso y sorprendente que parecía reproducirse más allá de lo imaginable y envolver con su repetido sortilegio a la gigantesca cosmonave. Hacía ya dos años terráqueos que el navío comercial «Alda» había partido de su base, en el añorado planeta azul: la Tierra. Y ahora, finalmente, estaba a punto de entrar en el sistema solar, de regreso de su misión. Todavía faltaba algo más de un mes para que su inmensa mole tecnológica se posara como una extraña mariposa metálica en el predio que la Confederación Solar dispusiera para sus espacionaves de carga.