en el país del horror
—¿Vienes a tomar una copa con nosotros? —No, tengo algo que hacer. Además, prometí a Teresa que regresaría temprano a casa. —Chico, esa mujer te ha atrapado. —Nos hemos atrapado, los dos a la vez y con fuerza —sonrió Yáñez. —Me alegro por ti, amigo. Yo siempre necesito una copa antes de regresar al tugurio. Emma es insoportable. —Tú no eres ningún milagro, Manuel, de modo que procura mirarte en el espejo y pensar en Emma como en la mujer que tolera tus tardanzas, tu olor a alcohol y su soledad.