PAÍS LIBRO

Autores

rocco sarto

el planeta de los condenados

Las dos lunas eran ojos ciegos e inmóviles en el cielo eternamente pajizo. La superficie del planeta helado se prolongaba hasta el horizonte prácticamente sin accidentes. Una infinita llanura de hielo, levemente parduzca a aquella hora de la mañana. En realidad, la mañana y la tarde solo eran palabras en aquella soledad parca y suspendida, diferenciadas entre sí por un matiz casi imperceptible a la luz exterior. Una pátina que hacía variar la superficie de aquel mundo silencioso de un color ocre apagado hasta alcanzar una tonalidad más sucia y amarronada para convertirse luego, con la noche, en una variedad grisácea, umbría y muerta.