PAÍS LIBRO

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mikky roberts

belleza para morir

Will Dolan alzó su vaso de whisky y, a través del cristal, miró a Inge Stenersen. El vidrio aumentó hasta límites jamás soñados el encanto de aquella figura rubia y perezosa que sorbía un combinado, mientras escuchaba el disco elegido, que sonaba en la gramola automática: Es Mustafá, es Mustafá… El disco terminaba con un aire oriental y exótico que iba muy bien en el ambiente cosmopolita del hotel Mediterráneo, de Beyruth, la capital del Líbano.