PAÍS LIBRO

Autores

m. de silva

la justicia del yanqui

El más alto, que no era otro que Jim, transpiraba fortaleza por todos los poros de su cuerpo; sue potentes brazos amenazaban reventar la mangas de su camisa y el poderoso pecho rimaba en perfecta armonía con el grosor de su cuello y con los firmes trazos de su rostro quemado por el sol y curtido por la vida al aire libre; tenía el pelo negro y ensortijado, y los ojos azules, como si la Naturaleza hubiese querido demostrar con ese detalle que Jim era un yanqui del mismo corazón de Arizona y no un meridional.