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lucky marty

poker de ases

La canosa cabeza del viejo Bianchi asomó por la puerta del establo. Desde allí miró hacia el fondo, y con su vozarrón cuajado de puro acento siciliano, llamó: —¡Randi! El joven que ordeñaba las vacas respondió: —Estoy aquí, abuelo: junto a «Sophia». —A ver si terminas, rapaz. ¡Se hace tarde!