brigada de locos
Con el último disparo, pareció terminar el reñido combate. Y ahora estaban allí, tensos y vigilantes en aquel poblado birmano, donde parecía pesar el aire con el repentino silencio. El primero en levantar la cabeza y empezar a incorporarse fue el capitán Jeff Lansky. Pero al instante sintió un tirón en su manga y la voz del teniente Winston Lynn que le reprochó: —Agáchate, loco. ¿Quieres que te vuelen la cabeza? —Tranquilo, Winston... Creo que todos están muertos. —No me fio: estos japoneses son muy astutos. —Suéltame, por favor. Hay que hacer una descubierta.