no juguéis con los «gangsters»
El encargo me resultó antipático desde el primer momento. Si hubiera sabido sus consecuencias, por supuesto que lo hubiera rehusado por encima de todo. Al decir por encima de todo me refiero explícitamente a tres cosas importantes. La primera puede sustanciarse diciendo que jamás me ha gustado llevar a una mujer a la cárcel. La segunda tenía mucho que ver con mis escasas y poco cordiales relaciones con el Departamento de Policía. Un teniente de la Metropolitana y yo habíamos chocado a propósito de un asunto que no viene a cuento.