PAÍS LIBRO

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kelltom mcintire

los señores de la muerte

Ahora todo ha quedado en silencio. Se han marchado ya Sue y Donovan y ese policía, el teniente Cabot, les ha seguido poco después. No puedo decir que me sienta solo. A mi derecha tengo a Bill Knotts, y a mi izquierda a Chuck Darren. No es una compañía muy agradable, porque, desde luego, no la he elegido yo mismo. Al fin y al cabo, ya no siento nada por ellos. Ni amor ni odio, ni simpatía ni rencor. Todos estamos aquí para emprender el Gran Viaje. En este lugar terminan, irremediablemente, todas las pasiones. Me encuentro en el depósito de cadáveres.