el secreto del lago kachapi
A pesar de la subnormalidad, Betty Kanner era una niña preciosa. Acababa de cumplir doce años y su aspecto era el de una adolescente. Rubia, de ojos azules profundos y serenos, su madre la peinaba con una simple «cola de caballo» que le daba un aspecto muy gracioso y atractivo. Naturalmente, Betty acudía a un colegio especializado. Su profesora, la señora Diamond, estaba muy satisfecha de los progresos de la niña. —Haremos de ella toda una mujercita, con la ayuda del Todopoderoso —solía decir la buena señora Diamond.