el misterio del hermano fantasma
El «Zorro Azul» era famoso en Barcelona. No se trataba, precisamente, de un zorro de tal color, sino de un café a la antigua usanza, con asientos de peluche, lámparas de historiados vidrios, amplias ventanas que daban a las Ramblas, cuadros representando a damas de difíciles peinados y caballeros de bigote y raya en medio, todo ello muy fin de siglo. Al entrar en el «Zorro Azul», uno sentíase transportado a cuarenta y tantos años antes, y a través de los turbios cristales creía ver, como a través de una densa neblina, una visión de un mundo futuro, en que los amarillos taxímetros habían sustituido a los negros simones, y mujeres de falda corta circulaban por donde en realidad debieran pasear mujeres de falda arrastrante. Sólo algún que otro tranvía, perteneciente a la prehistoria, traía un recuerdo de la Barcelona del novecientos.