seattle, ciudad maldita
La noche era verdaderamente infernal. La ventisca llevaba hielo que dejaba en el rostro de los escasos hombres que transitaban por la calle principal de aquel pueblo miserable, de cabaƱas y chamizos, alzado al noroeste de los Estados Unidos. Un pueblo solitario en medio de la inmensidad, donde el sol no quemaba la piel como en otras tierras del Oeste.