PAÍS LIBRO

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joe mogar

no te fíes de las damas

La primera vez que oí la frase fue hace muchos años y en boca de mi padre. Por una jugarreta que le hizo al que me dio el ser, jugarreta que no recuerdo. Después, en el transcurso de mi vida, lo he oído un sinfín de veces. Ahora el que lo dice soy yo. Empecé a pensar en la frase, seriamente, cuando a los veintiún años me encerraron en Alcatraz, para salir ahora, al cabo de diez, con treinta y uno sobre los hombros, y mil dólares en el bolsillo. No es mucho dinero si se tiene en cuenta lo que son Las Vegas. Si se tiene en cuenta que hay que buscar a una mujer. Una pelirroja.