lyman, el solitario
La voz del moribundo rompió el penoso silencio que desde hacía un rato reinaba entre los dos hombres. Cliff Owens no contestó de momento. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo contestar después de la terrible historia oída? Era un muchacho de unos veintisiete años. Alto y atlético. De cabellos rubios que le caían rebeldes sobre la amplia y despejada frente. De ojos negros, rostro enérgico y pronunciado mentón. Vestía como un vaquero vulgar. Solo se diferenciaba de ellos por no llevar revólveres al cinto. Aquello ocurrió hacía escasamente dos años. A raíz de... ¡Era mejor no pensar!