PAÍS LIBRO

Autores

joe mogar

el hombre de washington

LA joyería estaba en pleno centro del West End neoyorquino. Richard Templeton lo sabía desde mucho tiempo atrás. Concienzudamente había estudiado el terreno durante días y días, vigilando día y noche sin un momento de respiro. Por tanto, aquella noche, como tantas otras, Templeton dejó el «buss» en la calle 52 y después, lentamente, enfundado en una trinchera un tanto gastada y con el sombrero gris sobre los ojos, caminó hacia la avenida. Media hora más tarde se detuvo junto a uno de los portales y miró. Nada. Lo mismo de siempre, la avenida estaba desierta.