el enemigo del sol
A lo largo de la tortuosa senda de la tranquila meseta, apareció un joven montado en un potro pinto, con manchas muy extrañas. El jinete parecía muy fatigado, aunque sus ojos brillaban decididos y vigilantes. Aquel hombre parecía un perseguidor o un perseguido. Por aquí, despacio, Dandy — ordenó a su caballo—. Y menos ruido.