PAÍS LIBRO

Autores

j. gubern

dakota

Tom llevaba ya casi una hora adormilado ante el fuego cuando llamaron a la puerta. En circunstancias normales, todos se hubieran hallado en sus habitaciones desde mucho tiempo antes y en la casa se habrían extinguido toda luz y todo signo de vida. Pero las circunstancias no eran normales. Quizá era Tom el único que no se daba exacta cuenta de ello. Tom y la esbelta muchacha de grandes ojos y cabello cobrizo que miraba fijamente, en silencio, a las llamas bailarinas. Los demás tenían perfecta conciencia de la situación. Y la conciencia ponía en tensión sus nervios y hacía asomar a sus pupilas un destello de alarma.