3 sonrisas
EL hombre que disparaba su carabina acogido al precario refugio de un barril panzudo, nunca había estado más cerca de la muerte. Las balas silbaban a su alrededor amenazadoras canciones, levantaban nubecillas de polvo y arrancaban astillas a la pared del edificio que se alzaba a su espalda. Solo mediante inverosímiles contorsiones lograba que el barril escondiese su cuerpo a la vista de sus enemigos, pero aun así le quedaban energías y presencia de ánimo suficientes para seguir apretando el gatillo de su arma y responder al fuego con el fuego, al exterminio con el exterminio.