PAÍS LIBRO

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george h. white

todos eran jóvenes

HORACE Power abonó la cuenta del taxi ante la puerta del hotel San Francisco y entró en el edificio con paso rápido y decidido. El uniformado portero le asaeteó con una crítica mirada que abarcó de un solo golpe al joven, desde la cabeza rubia y descubierta a los zapatos sucios y estropeados, pasando a lo largo del esbelto cuerpo embutido en un traje arrugado e impropio para el estío.