la escala de la muerte
Pasados los primeros instantes de estupor, Paolo Capri fue recobrando poco a poco la serenidad, y mientras los demás forajidos corrían a la desbandada, supersticiosos y trémulos, él comprendió que era pueril dejarse vencer por la superchería, avergonzándose de su falta de reflexión y de brío. Paolo Capri, el más osado y valiente de los ladrones, nunca había conocido el miedo; nadie le había visto detenerse ante ningún obstáculo o peligro, por muy grandes y arriesgados que fuesen. ¿Era lógico, era varonil que retrocediera ahora, como un niño o como una mujer, ante una irrisoria fantasmagoría? Aparte de que tampoco era serio ni sensato creer en la existencia de los espectros. Sí en un momento de autosugestión había dudado, estaba dispuesto a demostrar que era todo un hombre.