el sepulcro de nieve
Bajo una lluvia de fuego, el yate de Paolo navegaba a toda máquina surcando con su afilada y esbelta proa las serenas y verdes ondas del mar de la China. En su camarote, inclinado sobre una mesa de trabajo, el bandido italiano estudiaba atentamente en un mapa modernísimo y perfectamente detallado, las costas de aquellas latitudes a fin de orientarse con acierto en el nuevo derrotero que pensaba seguir. Concluido el examen del mapa, el perseguidor de la familia Veroni dejóse caer en un asiento, apoyó la cabeza entre las manos y se puso a reflexionar profundamente.