PAÍS LIBRO

Autores

g. núñez de prado

el buitre de los alpes

Hacía ya una semana, próximamente, que Pietro de Veroni había abandonado el lecho, y a la sazón hallábase completamente restablecido de la terrible puñalada que le asestara Paolo de Capri, y sentíase tan fuerte y vigoroso como sí nada le hubiese ocurrido, a pesar de que, como ya sabemos, la daga del bandido italiano habíale puesto a las puertas del sepulcro. En todo el tiempo que duró su curación, su sobrina Emma había permanecido a la cabecera de su lecho, sin sentir el cansancio, cuidándole incesantemente con un cariño y un esmero enteramente filiales, sin consentir en tomarse más instantes de reposo que los absolutamente necesarios para no sucumbir a la fatiga, a pesar de las reiteradas y afectuosas instancias que a menudo dirigíala el anciano.